CURSO DE NEUROMEDITACIÓN (Nivel 1)

Lección 14: Algunas distinciones básicas

DISNTINGUIR PARA NO EQUIVOCAR EL CAMINO

Después de estas lecciones, ya has podido tener la experiencia de una sesión de Neuromeditación en 5 pasos y de practicar sólo con la Respiración consciente (paso 2). Estas experiencias permiten adentrase con facilidad en algunas distinciones que son importantes, no sólo para comprender hacia dónde vas con la Neuromeditación, sino para saber escoger las técnicas que necesitas en cada momento.

Si hicieras una encuesta en tu entorno laboral, en tu entorno de amistades y en tu entorno familiar, ¿cuántas personas crees que sabrían distinguir entre “relajación”, “armonización”, “inducción”, “meditación”, “reflexión”, “contemplación” y “oración”? ¿Y cuántas de las que sabrían distinguir entre todo ello sabrían explicarlo como para que otras personas lo entendieran? Puedes poner a prueba la siguiente afirmación: “Lo que no se sabe explicar a otros, o no lo entiende uno mismo, o existen lagunas de conocimiento, o hay confusión todavía por aclarar”.

Con brevedad, voy a intentar explicar en qué consisten cada una de estas cosas. Ello nos ayudará a elegir una técnica u otra, unos métodos u otros, siempre que necesitemos gestionar nuestros estados físico, emocional y mental.

QUÉ ES MEDITAR

SIGNIFICADO

Cuestionarnos acerca de la meditación nos lleva a una primera posible pregunta: ¿qué significa la palabra “meditar”? Etimológicamente, meditar (del latín meditari) es pensar atenta y detenidamente sobre algo. La atención es una acción cuya referencia biológica se encuentra en el cerebro. La facultad de la atención se halla en el área prefrontal de nuestro cerebro y es una capacidad que ejecutamos todos cotidianamente, si bien, dado el tipo de educación recibido mayoritariamente, lo habitual es encontrar personas que suelen vivir desde una atención dispersa e inconsciente. Sin embargo, meditar, no es sólo ser capaces de poner atención, pues esto lo hacemos, como queda dicho, cotidianamente; se trata de pensar con atención y detenimiento. O, dicho de otra forma, meditar implica una atención selectiva y consciente que, además de la supervivencia, permite el avance del conocimiento y de la gestión, tanto la gestión externa como la autogestión.

En el tema que nos ocupa, el significado de “meditar” cobra relevancia cuando aquel “algo” sobre el que se piensa, o cuando el objeto de la atención detenida, es uno/a mismo/a. Las formas de pensar detenidamente sobre uno/a mismo/a a lo largo de la historia se han multiplicado y las prácticas durante siglos han dado lugar a métodos de autoconocimiento variados y diversos. Unos han resultado más eficaces y otros menos, unos más filosóficos, otros más relacionados con la religión, otros (más modernos) más científicos, algunos más pragmáticos que otros; unos con la pretensión puesta en los efectos inmediatos, otros con la vista puesta en una transformación procesual de medio o largo plazo…

Así, dentro de una acepción laxa o amplia de lo que pueda ser meditar, caben prácticas como relajaciones, inducciones, sugestiones, etc. Pero desde una acepción estricta, cuya acotación proviene de las prácticas meditativas tradicionales, meditar conlleva un autoconocimiento que busca la transformación personal y no únicamente un cambio de estado puntual.

¿MEDITAR O REFLEXIONAR?

Se pueden distinguir dos tipos de meditación que recogerían la generalidad de las modalidades:

a) Meditación por medio de la concentración. Se trata de familiarizar nuestra mente con un objeto de concentración en particular (como puede ser la respiración u otros), y su finalidad es llevar a la mente a un estado neutro, a un estado más tranquilo.

b) Meditación por medio del análisis o meditación analítica o de introspección. Su finalidad es llevar el entendimiento intelectual, llevar las conclusiones intelectuales, a la experiencia. Es un ejercicio de reflexión. Curiosamente, si buscamos en el diccionario de la RAE el significado de “reflexionar”, este es el resultado: “Pensar atenta y detenidamente sobre algo”. Un significado que exactamente el mismo que el de “meditar”. Conviene, entonces, tomar nota de este reduccionismo de nuestro lenguaje, y saber que meditar es reflexionar, y no sólo eso, sino más: también es todo aquello a lo que se accede desde la vía de la concentración.

La tradición occidental de la meditación, conducida hasta nuestros días a través del cristianismo, propone que la meditación transcurre por la vía de la concentración, de manera que meditar es aprender a poner las facultades de entendimiento, memoria y voluntad en silencio y callando para que hable Dios.

La finalidad de la meditación (de concentración), y de todo el camino espiritual, es tener el alma vacía y desnuda y purificada de todo deseo, lo que se consigue primero soltando todos los apegos y asimientos, segundo, transformando el hábito que han dejado en el alma esos apegos y, por último, soltando la forma de entender y de amar con que funcionaba el alma para hacer propia una nueva forma, la que corresponde al “hombre nuevo”, a la “mujer nueva”. Y esto no se consigue sólo con reflexión.

LA MEDITACIÓN EN OCCIDENTE

Por tanto, desde la tradición occidental, meditar consiste en:

– Un ejercicio de concentración

– en el que el objeto de atención puede ser una imagen, un sonido o un discurso, una sensación,

– que facilita la atención hacia uno/a mismo/a

– y hacia la fuente de la vida que en cada uno/a se halla,

– con la finalidad de ir transformándose para hacerse cada vez más semejante a dicha fuente.

Conforme a esta descripción, el grado de semejanza alcanzado determinará la paz, la felicidad y un nivel de conocimiento de aquello en lo que consiste la vida en su fundamento más primigenio.

LA INTENCIÓN

Dentro de la dinámica de la meditación, uno de sus puntos fundamentales es la motivación o la intención. Y aquí radica la diferencia entre la mera meditación o lo que podríamos llamar meditación contemplativa, o lo que convierte a la meditación en oración. Si la intención de la meditación, además de “volverse hacia el sí-mismo” es también subir “sobre sí-mismo”, el mismo ejercicio se ha transformado en una oración. Ambos movimientos (hacia el sí-mismo y sobre sí-mismo) constituyen el ejercicio de la interioridad.

DISTINGUIR ENTRE LA MEDITACIÓN Y OTROS EJERCICIOS

Me he extendido en la explicación de la meditación más de lo que lo voy a hacer en los otros ejercicios. Aun así, ha sido breve, pues sobre la meditación se pueden decir muchas cosas más. Si te interesa profundizar, puedes hacerlo con mi libro La meditación en Occidente. Filosofía, religión y Neurociencia. Para continuar con las distinciones, me limitaré a decir lo que les falta a los otros ejercicios para ser meditación.

QUÉ ES RELAJARSE

Para relajar nuestro cuerpo y nuestra mente, podemos emplear la atención con más o menos intensidad. Y puede que, en el proceso de la relajación dejemos de prestar atención de alta intensidad, es decir, conscientemente, y el proceso siga, aunque nosotros hayamos dejado de prestar atención a palabras, sonidos, olores, entorno…

Este ejercicio es muy útil y necesario, pero no es meditar. La relajación, entonces, se distingue de la meditación en la falta de sostenimiento de la atención de alta intensidad, o de la atención concentrada, en la falta de búsqueda de autoconocimiento, en la falta de la búsqueda de transformación personal (dado que sólo busca un cambio de estado personal), y en la falta de búsqueda intelectual y experiencial de la fuente de la vida.

PRÁCTICA DE RELAJACIÓN

Dedica un poco de tiempo a preparar el cuarto de baño antes de llevar a cabo esta relajación. Prepara un baño de agua templada, enciende unas cuantas velas y asegúrate de tener toallas cálidas y un albornoz a mano para el momento de salir de la bañera. Si es posible, pon un audio con el sonido del agua (el rumor del mar o de una fuente, o la música de las ballenas resultan excelentes). Ponla suave como música de fondo para favorecer la relajación. También puedes seguir las indicaciones señaladas a continuación o servirte del audio-guía que encuentras más abajo.

Métete en la bañera y sumérgete en el agua. Afloja cualquier tensión en los músculos y busca una postura en la cual puedas relajar el cuerpo completamente. Respira profundamente por la nariz, llevando el aire hacia el vientre, retenlo durante unos instantes y después expúlsalo lentamente por la boca. Repite esta respiración tres veces y luego vuelve a respirar normalmente. No hay que contar las respiraciones, solamente observar cómo entra y sale el aire del cuerpo.

Ahora, centra tu mente en el agua que está a tu alrededor. Siente su tacto sobre tu cuerpo, el modo en que se mueve y responde a tu respiración, su calidez y cómo sostiene tu cuerpo. Observa cómo el agua aporta tranquilidad y relajación.

Amplía tu mente para visualizar las grandes masas de agua que cubren la mayor parte del planeta: los lagos, mares y océanos. Percibe el ritmo de las olas y su suave choque contra la orilla. Visualiza la atracción de la luna sobre el agua, que provoca las mareas que suben y bajan. Imagínate flotando en un mar en calma bajo una luna brillante. Hazlo al menos durante 5 minutos, centrándote en la sensación del agua que te sujeta y te mantiene, y en la luz de la luna brillando con claridad sobre ti. Nota cómo la luna atrae las mareas de tu cuerpo hacia ella y percibe una sensación de unión con las aguas del universo.

Poco a poco, tomarás conciencia otra vez del agua que te rodea y de la respiración. Concéntrate en la respiración durante unos minutos y después, lentamente, abre los ojos y fíjate en tu entorno. Percibe la sensación de tranquilidad y relajación que surge de la relajación acuática.

Cuando estés preparado/a, sal de la bañera, sécate, ponte un albornoz templado y échate en la cama a descansar durante media hora por lo menos.

– Audio-guía para la relajación.

 

QUÉ ES ARMONIZARSE

La armonización es un tipo de ejercicio también con múltiples modalidades. Podemos tratar de armonizar la energía de nuestro cuerpo. Podemos intentar armonizar las frecuencias cerebrales de nuestro cerebro. Podemos pretender armonizar nuestras emociones con nuestros pensamientos… Y podemos servirnos de técnicas corporales, visuales o auditivas. Las auditivas son las más susceptibles de confundirse con meditaciones. Algunos ejemplos son la utilización de mantras, de sonidos de cuencos tibetanos, de sonidos binaurales, de sonidos en frecuencia Alfa, de sonidos armónicos, de sonidos cuánticos…

Dependiendo de la pretensión de la armonización y de la técnica que utilicemos, las diferencias con la meditación pueden variar. De forma general, podríamos indicar que en la armonización no siempre se requiere el concurso de la atención concentrada y sostenida en el tiempo; que no se busca el autoconocimiento ni la transformación personal (aunque sí un cambio de estado); y que igualmente falta la búsqueda intelectual y experiencial de la fuente de la vida.

Sin duda, las armonizaciones relajan o pueden relajar, pero se diferencian de éstas en que las relajaciones no tienen por qué provocar armonización en nosotros.

PRÁCTICA DE ARMONIZACIONES

Practica con estos audios para que tengas la experiencia, a modo de ejemplos, de lo que es una armonización.

¡ATENCIÓN! No se deben utilizar mientras se conduce, se cocina o se realiza cualquier actividad que requiera de una atención de alta intensidad por nuestra parte.

– Armonización con música en ondas Alfa


 

– Armonización con sonidos de cuecos tibetanos

 

QUÉ ES INDUCIR

“Inducir” es el proceso de guiar a alguien (o de auto guiarse, en el caso de la auto inducción) a un estado en particular.

Las inducciones suelen requerir un mínimo grado de atención de concentración en el ejercicio que se desarrolla, aunque, en determinados procesos, esta atención puede perderse. En muchas ocasiones, las inducciones se utilizan para la introspección y la búsqueda del autoconocimiento, así como para la búsqueda de la transformación personal, pero no siempre ocurre así: también se llevan a cabo inducciones para sólo cambiar de estado. Podría, haber, incluso, una búsqueda intelectual de la fuente de la vida, pero no experiencial. Y no se busca una quietud del entendimiento, de la memoria ni de la voluntad. Como tampoco se pretende siempre una liberación psico-física.

PRÁCTICA DE INDUCCIÓN

– Inducción para la búsqueda de recursos

 

QUÉ ES REFLEXIONAR

Reflexionar, como ya hemos visto, es un ejercicio cotidiano y normal. Y, aunque ya sabemos que hay una vía de meditación que es la analítica, la reflexiva, no toda reflexión es meditación. Pero cuando el ejercicio de la reflexión busca el autoconocimiento y la transformación personal, y busca la fuente de la vida, esta reflexión puede formar parte del camino de la meditación. No obstante, hará falta llegar al punto en el que pasemos “del cerebro al corazón”.

Un ejemplo de meditación reflexiva es el ejercicio que, desde la tradición cristiana, se ha propuesto metodológicamente a través de lo que conocemos como la Lectio Divina. Es una práctica que se aconseja especialmente a las personas de mente analítica y reflexiva, pero para quienes no es suficiente reflexionar sobre un texto y pueden avanzar e ir más a fondo. Se trata de una actividad mental, concentrada y ordenada, por la que tomamos un texto o un tema y lo vamos observando, de forma “disociada”, en su globalidad y detalles. Lo analizamos por sus causas y efectos para, de esta manera, forjar criterios de vida, valoraciones…, en definitiva, una mentalidad acorde a lo que el texto sugiere. Posteriormente, nos “asociamos” metiéndonos en la escena que el texto presenta y confrontamos lo que se ve, se oye y se siente en ella con nuestra vida y nuestros problemas de hoy, con la situación actual o con los acontecimientos de nuestro tiempo… Por medio de este camino, los criterios acaban por transformarse en convicciones, y las convicciones en decisiones.

Para que la práctica sea algo más que una mera erudición, será preciso conseguir el paso de la mente al corazón, de la meditación a la contemplación, de la actividad activa a la pasiva. En definitiva, la culminación de este ejercicio, es contemplativa. De hecho, Santa Teresa aconseja la práctica de la oración mental, dejando atrás la oración vocal y la Lectio, a quienes se adentran, desde el primer grado de oración, en la primera estancia, en la que se trata de orar con atención. En el camino de la meditación de concentración, por tanto, la reflexión y el análisis no son una de sus etapas. Y ello no quita para que la meditación y la reflexión se complementen.

QUÉ ES CONTEMPLAR

Según como lo enfoquemos, podemos indicar varias cosas. En primer lugar, y siguiendo una terminología laxa y poco concreta, podríamos decir que la contemplación es la parte final de la meditación. Pero siendo más precisos y estrictos con la terminología y los procesos, habría que decir que la meditación es la etapa del camino espiritual que precede a la contemplación.

Así, la contemplación es un “hacer pasivo” (en oposición a la meditación, que es un “hacer activo”) en el que ha cesado cualquier tipo de meditación, o de oración vocal o mental. En la contemplación, las facultades del entendimiento, la memoria y la voluntad están sosegadas, y se vive una quietud sin imagen, ni sonido ni sensación de los sentidos externos. Y su única finalidad es “dejar que se haga en nosotros” más allá del entendimiento y asentados en la comprensión de la conciencia.

QUÉ ES ORAR

Sin meternos en mucho detalle, y en relación a la meditación, podríamos decir que la oración tiene que ver con la intención con la que alguien medita. Si se medita con la intención de “volverse hacia el sí-mismo” (para conocerse y transformarse), y si, además, se medita para “subir sobre el sí-mismo (y buscar la fuente de la vida para asemejarse a ella), la meditación será, a la vez, una oración. Y la contemplación, se convertiría en oración contemplativa.

En esta línea, la reflexión puede convertirse también en una oración. Y tanto las reflexiones como las armonizaciones y las inducciones pueden estar al servicio de la oración, e integrarse en ella.

USOS DE LA MEDITACIÓN

Conforme a todas estas distinciones, y, de acuerdo también con lo explicado en la lección sobre los usos de la Neuromeditación, cuando meditamos tenemos que tener claro lo que pretendemos. Según tal pretensión, nos convendrá escoger unas técnicas u otras, para así, o bien relajarnos, o bien armonizarnos, o bien reflexionar, o bien inducir en nosotros un estado concreto, o bien meditar, o bien orar meditando. Evidentemente, no todos estos ejercicios valen para todo: unos se enfocan más al bienestar físico, otros al bienestar mental, y otros al bienestar espiritual.

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